Hoy os presento una lámpara.
Su sentido es señalar la presencia del sagrario
y del propio Jesucristo dentro del tabernáculo.
Es la luz que en toda iglesia anuncia que Jesús vive y
está presente.
La simbología de este tipo de objeto es muy rica y expresiva.
Yo he planteado una luminaria de vidrio grabado al chorro de arena y estructura de madera.
Tiene tres caras grabadas con círculos entrelazados, siendo el diseño de cada vidrio distinto.
En la pared frontal se entrelazan once círculos con tendencia ascendente y un pequeño punto central
que, en total, sumarían doce elementos.
Formalmente son una amplificación de la llama misma;
intentan potenciar y extender la acción de la luz.
En las paredes laterales hay seis círculos entrelados
dispuestos en patrón circulas apartir de un punto central.
Sumando las dos paredes de nuevo hacen doce elementos.
La forma general de la lámpara es un farol
apuntado en sus extremos,
suspendido de un vástago perpendicular a la pared.
Posee unas varillas que atraviesan el soporte y que quieren dar
un aire musical, ligero, ascendente
a toda la pieza.
La parte superior de la lámpara sugiere una cruz transformada por las varillas en algo menos rígido y seco.
Pero las reminiscencias, aunque lejanas y transformadas, a la cruz están ahí.
La parte inferior es una caja de luz de diseño trinitario:
tres lados grabados, y que evoca una
esperanza de luz perpétua.
La lámpara se ha instalado en la iglesia de San Frutos de Segovia
en septiembre de este año.
Así queda en el entorno
más cercano.